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La oportunidad

El autor de este blog, Froilán de Lózar, fue el pregonero literario el mismo año en el que Javier Ribas se alzó con el premio provincial.

 


Javier Ribas

Premio provincial, concurso internacional de Cuentos de Guardo (Palencia)
Vino, primero pura
Vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.
Juan Ramón Jiménez

Cruzó su mirada con la mía. Se encontraba sentada tres asientos más allá. Durante el trayecto estuvo cerca y no la vi. Viajábamos en el mismo vagón de tren. Hasta ese momento, elucubraciones aparte, me había distraído oyendo susurrantes conversaciones de las que no comprendía las claves, lejanos ecos de niños chillones, bostezos y toses perrunas de varios pasajeros e incluso voceos de un borracho situado al final del vagón. Todo ello al tiempo que intentaba centrarme en la lectura de un poemario de Juan Ramón Jiménez. ¡Difícil tarea!

Cada viaje que realizo comienza con la ilusión por lo desconocido, siempre pendiente de una situación, una coincidencia o una sorpresa. Saber que esas cuatro o cinco horas de viaje pueden llevarme por caminos inexplorados hace que viva los preparativos con esperanza y, para que negarlo, con cierto temor. Pero este no tiene la fuerza suficiente como para acobardarme y sí para empujarme con anhelo en brazos de la aventura. Cierto es que al final nunca ocurre nada destacable pero cada salida renueva mi ensueño. 

En esta ocasión, tras cuatro horas de aburrido viaje, abandoné la esperanza de que ocurriera un suceso capaz de romper tanta monotonía y me dediqué al lúcido pasatiempo de intentar calcular mentalmente la velocidad del tren, cronómetro en mano y con las referencias kilométricas de la vía. Aún quedaban dos horas de tedio.

Cuando mis aproximaciones alcanzaban ya los metros por segundo, ella se levantó del asiento para quitarse el abrigo. Comprendí su agobio. La calefacción estaba regulada a muy alta temperatura. Nada que envidiar a la del desierto del Sahara a las dos de la tarde. Su movimiento rompió la quietud reinante en el vagón y el adormecimiento general provocado por el traqueteo del tren. Me obligó a olvidar mis cuentas.

No pude apartar mi vista de ella. Era preciosa y alta y compensada. Su cuerpo quedaba bien perfilado por la ajustada ropa que vestía. Ni le sobraba ni le faltaba nada. Piernas largas y fuertes, pechos redondos de tamaño perfecto. Y su rostro de mujer madura, aparentaba contención, clasicismo y elegancia. Al levantarse, su larga melena color azabache describió un ondulado y elegante movimiento en el aire y provocó que su perfume de mujer inundara el contaminado ambiente del vagón de fumadores. Era un ángel. Se quitó el abrigo, sin dejar de observarme. Yo estaba hipnotizado. Al sentarse de nuevo, me sonrió. Sí, a mí. Giró ligeramente la cabeza hacia la ventana y quedó quieta. ¡Con qué estilo actuó!


Tras ese instante quedé convencido de que entre ambos se podía construir un sólido puente y, por supuesto, yo sería el arquitecto. Empecé a pergeñar el proyecto. La dificultad estribaba en que el tiempo iba en mi contra. El fin venía marcado por la duración del trayecto. Decidí verla de nuevo. Tenía que asegurarme. Encontré una buena excusa: me dirigí hacia el vater.

Al pasar a su lado, levantó la cabeza y de nuevo su mirada chocó con la mía. Sus ojos verde esmeralda brillaron. El corazón me dio un vuelco. Y otro más cuando de nuevo me sonrió. Mi ritmo cardíaco sufrió una violenta alteración. Necesité refrescarme la cara. Con las dudas disipadas, volví a mi asiento. Era una diosa, mi diosa y debía esperar mi oportunidad. Traté de calmarme con la lectura. Pero ocurrió lo de siempre: ésta acierta en nuestro camino.

“Eres tan bella
tú, como el prado tierno tras el arcoiris,
en la siesta callada de agua y sol;
como el rizado de la primavera,
contra el sol de la aurora...


Quise levantarme, acercarme a ella y leerle esos bellos poemas. Pero no me atreví. Mis dotes de recitador no estaban perfeccionadas y seguro que me hubiera atragantado a media lectura. Cerré el libro, crucé los dedos y recé al destino para que jugara su papel. Siempre podría reconvenirle por el fracaso. El tiempo jugaba en mi contra, el viaje tenía fin.

Mis ruegos fueron oídos. Ella se incorporó de su asiento y se encaminó hacia el bar. La vi pasar a mi lado. La seguí con la mirada. Esperé. Intenté contar hasta diez para después seguirla pero me sentí atado. Conté nuevamente. Imposible la reacción, estaba asustado. Mis vergüenzas me encorajinaban. Me insulté, pero seguía en el sitio. Pensé entonces en mis soledades y en mi diosa y obtuve la fuerza necesaria para ponerme en pié. La suerte estaba echada. Me encaminé tras ella.

La vi en el fondo del vagón. Sentada en un taburete, frente a la barra. Decidí no parar hasta ponerme a su lado. Sin respirar. Sin dilaciones. Si no lo hacía así, tenía la certeza de que se desvanecería. Ella me vio. Y me miró de nuevo. Y me sonrió. Yo también lo hice.

Faltaban tres metros para estar a su lado. Mi corazón pugnaba por salir de la caja torácica. Sonó un móvil. El suyo. Ella contestó. Yo quedé a la espera.
- ¡¿Si....?! ¡Soy la Chelo...! ¡... que se joda y le den por el culo...! ...
Aún oía su voz gritona y cazallera dirigiéndose al móvil cuando volví de nuevo a mi asiento, a mis lecturas, a mis escuchas de conversaciones inconexas, de toses y de llantos de algún niño aburrido en este viaje de tan largo recorrido. 

Javier Ribas (Natural de Valencia y residente en Palencia)

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Nota de la revista Pernía

Reunido el Jurado Calificador, se procede a una serie de votaciones sucesivas y eliminatorias para otorgar por unanimidad el Primer Premio, dotado de 1.200 euros, donados por la Diputación de Palencia, y trofeo conmemorativo de la artesanía del vidrio de Guardo, resultando ganador de esta trigésima segunda edición el relato titulado " Estebita, Dios Ceguezuelo”, que abierta su plica, resultó ser su autor. Vicente Monzón Ambou,domiciliado en la calle .Carmen 51, e/párraga y Poey, Víbora, 10 de Octubre, Ciudad de LA HABANA, CUBA, teléfono 40 39 62. En segundo lugar quedó clasificado el cuento titulado ".CUATRO LETRAS”, seguido por el titulado ".PERFIL PSICOLÓGICO”. Para este Primer Premio se han presentado 405 cuentos procedentes de todas las provincias españolas, incluyendo 31 que han llegado de países extranjeros: 15 de Argentina, 4 de Cuba, 2 de México, 3 de Estados Unidos de América, 2 de Uruguay y uno de Perú, Irlanda, Panamá, Suecia, e Israel.
Para el 2º Premio o Provincial, reservado, según las Bases, para autores nacidos o residentes en Palencia, se presentaron 15 cuentos. Por el mismo sistema de eliminaciones sucesivas, se proclamó ganador de este Premio Palentino a la narración titulada ".LA OPORTUNIDAD”, que abierta la plica correspondiente, resultó ser su autor Javier Ribas Taléns domiciliado en la Avda. de Europa, 1-3º D, de Palencia.
Este premio está dotado de 400 euros, donados por Caja España, más trofeo de cristal conmemorativo de la artesanía guardense. En segundo lugar se clasificó el cuento titulado "EL TREN”
El Jurado Calificador estuvo formado por: José María Fernández Nieto, escritor, de Palencia; José Luis Tejerina, profesor de Lengua y Literatura del Instituto "Jorge Manrique" de Palencia; Gonzalo Ortega Aragón, redactor-Jefe y crítico literario del "Diario Palentino" y los miembros del Grupo Literario Guardense: Fefa González Arias, Julia Estrada Serrano, Javier González Vega, Mariano Blanco Antolín, Carlos Cardillo, y Jaime García Reyero, quien actuó de secretario. 

Dado en Guardo, a 28 de mayo del año 2004.
Firmado los miembros del Jurado:
Dado en Guardo, a 28 de mayo del año 2004.

@Revista Pernía, Nueva Época, 2004 Edita y dirige: Froilán de Lózar

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