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Pasajeros a Indias, 1503 - 1790 (VI)

  • La piratería produjo graves pérdidas a la Hacienda española y los corsarios hostigaron los puertos del Caribe, y del Pacífico, en una verdadera guerra comercial que trataba de romper el monopolio español. Unas veces eran los franceses, otra los ingleses y casi siempre los holandeses; dependía de las alianzas que estuvieran vigentes en cada momento.



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José María González-Cotera Guerra
Marzo, 2005


CAPÍTULO VI
La navegación



En un principio, los navíos salían en expediciones de carácter exploratorio o militar, armados por encomenderos o por la propia Corona. Siguió, más tarde, la libre circulación en navíos aislados, o de "registro", que pronto hubo que abandonar ante la aparición de los corsarios y piratas, mauritanos y franceses primero y más tarde ingleses y holandeses, que hacían presa fácil de los buques aislados. Ello condujo a la navegación por el sistema de "flotas", o convoyes defendidos por navíos de guerra fuertemente artillados. Las ordenanzas señalaban qué armamento debían llevar los buques mercantes para su defensa, pero ésta no era suficiente para hacer frente a los piratas; a ello se unía el incumplimiento de las ordenanzas al respecto, llegándose a alquilar artillería para pasar la inspección que era devuelta a renglón seguido. Se llegó a prohibir esta práctica mediante una pragmática específica que señalaba graves penas para los infractores. Pese a todas estas disposiciones, era a los buques de escolta o "en conserva" a quienes estaba encomendada la custodia de las flotas. Finalmente, en 1561 se impuso la concentración de toda la navegación en dos flotas anuales, una que zarpaba de abril y mayo, rumbo a Nueva España, Honduras y las Antillas y la otra en agosto, hacia Tierra Firme, tocando en los puertos de Nombre de Dios, Santa Marta, Portobelo, Cartagena y en algunos más. Los viajeros al Perú debían atravesar el istmo por tierra y reanudar la navegación por el Pacífico. La primera comenzó a llamarse la Armada o Flota de Nueva España, la segunda Flota de los Galeones; con el tiempo se simplificaron estas denominaciones quedando reducidas a la "Armada" o "Flota" y los "Galeones". Las flotas pasaban el invierno en Indias, esperando los vientos favorables para el regreso que se realizaba de manera inversa, reuniéndose en La Habana ambas formaciones, que juntas partían hacia España, en una sola flota, hacia marzo. Esta formidable escuadra era seguida de cerca por corsarios y piratas, que caían sobre cualquier navío desprevenido o desarbolado por algún temporal. Solo así les era posible hacer alguna presa.

La piratería produjo graves pérdidas a la Hacienda española y los corsarios hostigaron los puertos del Caribe, y del Pacífico, en una verdadera guerra comercial que trataba de romper el monopolio español. Unas veces eran los franceses, otra los ingleses y casi siempre los holandeses; dependía de las alianzas que estuvieran vigentes en cada momento. Pero con todo y con eso, fueron las tormentas y demás peripecias de la navegación las que generalmente hundían los galeones en los cayos de Florida o frente a la bahía de Cádiz. Hay que pensar en las dificultades que había que afrontar en estos viajes, a pesar del notable avance técnico desarrollado en el siglo XVI por navegantes e ingenieros navales. Precisamente la Casa de la Contratación llevó a cabo una tarea notabilísima en este campo. Se creó el cargo de "piloto mayor", cargo de suma importancia que fue ocupado, entre otros, por Américo Vespucio, Sebastián Caboto y Juan Díaz de Solis; y una escuela de pilotos donde se formaban navegantes y cartógrafos. Se impulsó la fabricación de instrumentos náuticos y a lo largo del siglo XVI se fue completando la información de derroteros, necesaria para avanzar en el descubrimiento y conquista de nuevos territorios. Los pilotos tenían que dar cuenta, a su vuelta, de sus anotaciones de accidentes geográficos, cabos, ensenadas, aguadas, etc, que quedaba registrada en un mapa maestro ("padrón real") del que se hacían copias para las sucesivas expediciones. [16]
Otros aspectos dignos de consignar son el empleo de nuevos productos para la fabricación de aparejos, la utilización de maderas imputrescibles para navegar por aguas más cálidas de lo hasta entonces acostumbrado, etc. que permitieron en menos de cien años desde el descubrimiento, mejorar la seguridad y la efectividad de la navegación más que en los tres mil años anteriores. La navegación debe a portugueses y españoles mucho más de lo que se atribuye a los europeos del norte, ingleses en especial. Otra cosa muy diferente es el estancamiento que sufre la ciencia náutica, en España a partir de la segunda mitad del siglo XVII. En el XVI se escribió el primer tratado de navegación y construcción naval, el "Quatri partitu en Cosmographia pratica", más conocido como "Espejo de navegantes", del cosmógrafo Alonso de Chaves, [17] que no llegó a publicarse. Otro tratado que tampoco se publicó es el "Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales" del capitán Juan de Escalante de Mendoza, natural de Ribadedeva. [18]  En el capítulo 6 damos noticia de este capitán. Es necesario citar en este apartado al santanderino Diego García de Palacio, jurisconsulto, tratadista y militar. En 1572 fue nombrado oidor de la Audiencia de Guatemala; pasó luego a Nueva España, donde se doctoró en leyes y sería también oidor de su Real Audiencia, consultor del Santo Oficio, y rector de la Universidad de México. Mandó una escuadra que combatió al corsario Drake. Escribió dos libros relacionados con el arte militar y con la navegación que son: "Diálogos militares de la formación e información de personas, instrumentos y cosas necesarias para el buen uso de la guerra" (1583) dividido en cuatro libros del que el tercero es el primer tratado escrito en castellano sobre la artillería, y la "Instrucción náutica para el buen uso y regimiento de las naos, su traza y gobierno, conforme a la altura de México" (1587). Está escrita en forma de diálogo dividida en cuatro libros, el cuarto dedicado a construcción naval es el primer libro impreso sobre esta materia. Los interlocutores son un vizcaíno que pregunta y un experto montañés que responde. [19]

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[16] C. H. Haring. Comercio y Navegación entre España y las Indias en la época de los Habsburgo. México. Fondo de Cultura Económica. 1939. 
[17] Fue publicado por el Museo Naval de Madrid en 1983 con estudio de Paulino Castañeda, Mariano Cuesta y Pilar Hernández. El manuscrito no está fechado pero en este estudio lo sitúan entre 1520 y 1538. Ma Isabel Vicente Maroto. El Arte de navegar y la construcción naval. Técnica e Ingeniería en España I. El Renacimiento. Manuel Silva Suárez, ed. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando el Católico, Prensas Universitarias de Zaragoza. 2004. p.504. 
[18] Ibidem, p. 505
[19] Ibidem, p. 504 y 560




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