Cueva de Ekainberri
Desde que se descubrió el 8 de junio de 1969 y no por casualidad, por los azpeitiarras Andoni Albizuri y Rafael Rezabal, quienes dedicaban los fines de semana a rastrear todos los rincones de las montañas de los alrededores, la cueva de Ekain (Zestoa- Gipúzkoa) ha sido un tesoro custodiado y preservado con celo.
Así surgió Ekainberri, que inaugurada en septiembre de 2008 ha recibido durante este tiempo numerosas visitas con una media de 28.000 anuales. Situada a 600 metros de la cavidad original, en el valle de Sastarrain, el visitante se siente como se pudieron sentir aquellos artistas del paleolítico superior, pierde la conciencia de los límites espaciales dado que es un recinto oscuro tal y como era la cueva y descubre poco a poco las imágenes que plasmó el ser humano hace entre 14.500 y 10.000 años, reproducidas a escala real. La temperatura del recinto es similar a la de Ekain y se pueden oír los sonidos del agua que existen en la cavidad original. Pero Ekainberri no solo es la amplia sala de la réplica: en otro espacio se informa del arte rupestre de las cavidades vascas, incluyendo las de Iparralde y asimismo hay un espacio en el que el visitante puede con sus propias manos ejercitar en torno a diferentes técnicas del paleolítico, aprenderá a cazar, a hacer fuego y a pintar al modo de los habitantes de la cueva. El 7 de junio de 2008 la Unesco declaró las pinturas de la cueva de Ekain patrimonio de la Humanidad, junto a otros 14 santuarios rupestres del eje cantábrico, entre ellos Altxerri y Santimamiñe.
Una sección para Curiosón de © Rosi Cuevas 2017
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