Breivik festeja su matanza

Breivik mató a 77 personas. Una bomba acabó con la vida de 8 de ellas en Oslo y 69 más fallecieron en un tiroteo en la isla de Utoya, la mayor parte de ellos, jóvenes del partido laborista que estaban en un campamento. Breivik miembro de los Masones Libres, admitió que sus atentados fueron actos barbáricos pero que eran necesarios para evitar una toma de poder islámica.

Mientras la sociedad dirige la mirada hacia esos escenarios que a diario repican muerte y se preguntan, qué llevan en su cabeza estos fanáticos, miro la foto de este carnicero, con el puño en alto, como certificando un triunfo, aplaudido casi por un jurado que le ha condenado a arresto preventivo durante diez años, lo que permitirá, añaden las fuentes, "que su encarcelación sea renovada por periodos de cinco años si es considerado un peligro para la sociedad".

¿Qué más tiene que hacer para que sea considerado un peligro para la sociedad? ¿A cuántos más tiene que matar?¿Cuánto vale una vida?¿Por qué la sociedad en pleno no se revela ante veredictos como éste que le llevarán pronto a la calle, o a perpetrar, quién sabe, otra matanza similar?

Pero parece que todo el mundo quedó satisfecho.

"El tribunal tomó una decisión valiente e independiente", apuntó una letrada. "Tenemos un final que muchos supervivientes y familiares pueden aceptar", explicó uno de los defensores de las víctimas. Sólo quien pasa por ello sabe el dolor que implica y la impotencia que genera. Estoy en contra de la pena capital, pero estoy a favor de un castigo ejemplar y sin rescates para quienes siembran la desolación y la muerte, aunque sea, paradójicamente, con la intención de salvar al mundo.

LA MADEJA

Diario Palentino