Pedro Fernández del Pulgar
Un humanista barroco en la catedral de Palencia
Pedro Fernández de Pulgar fue un autor barroco con reminiscencias claramente humanísticas, escasamente conocido y mucho menos estudiado en la actualidad. El Doctor Don Pedro Fernández de Pulgar (como le gustaba firmar), nos ha dejado una monumental obra escrita de carácter histórico, impregnada de su profunda cultura clásica y a la vez de sorprendentes rasgos barrocos.
La extensión de su obra, la riqueza de temas tratados y la variedad de fuentes que utiliza, dan lugar a un texto muy complejo. Y en este sentido, no menos interesante que el análisis lingüístico al que me he dedicado durante varios años, es el estudio de la obra histórica en sí.
El contacto con la figura de Pulgar ha sido extraordinariamente fructífero, encontrándonos con un personaje de elevadas cualidades humanas e intelectuales, que a pesar de vivir en pleno siglo barroco, enlaza más con el Humanismo del siglo precedente y con los “novatores” (aquella nobleza ilustrada que en la segunda mitad del siglo XVII luchaba por erradicar la superstición y la ignorancia, anunciando con su crítica el Siglo de la Ilustración).
Y sin embargo, vemos en él todas las contradicciones propias de su siglo: culteranismo y conceptismo aparecen con fuerza en sus escritos, siendo de estirpe puramente gongorina algunas de las metáforas que utiliza, y afirmando sin embargo que “las hojas hazen vistoso al árbol, y el fruto le haze estimable y rico”, palabras que recuerdan los principios conceptistas de Gracián.
Procedente de Medina de Rioseco (Valladolid) y sin bienes de fortuna, nació el 28 de diciembre de 1620. Estudió en el Seminario de Palencia, diócesis a la que pertenecía entonces Rioseco, y alcanzó el grado de Doctor en Teología, quizá en la Universidad de Salamanca. Consiguió encumbrarse socialmente a través del estudio y del cobijo eclesiástico, siendo nombrado Canónigo Penitenciario de la Catedral palentina –mediante oposición- el 31 de enero de 1662, título al que va a estar unido de por vida, lo mismo que a la ciudad de Palencia, donde fue acumulando gran número de cargos y responsabilidades.
De 1676 a 1683, son años de plena actividad literaria que dedica sobre todo a la redacción de la Historia Eclesiástica Palentina, que fue editada en Madrid en 1679. Gracias a sus primeras publicaciones y a las gestiones que hizo en Madrid, fue nombrado en 1677 Cronista Mayor de Indias, cargo que se hizo efectivo en 1686. A partir de entonces, todo su empeño fue no solamente buscar “la verdad” en el relato histórico, sino también “vindicar” y defender los derechos históricos de España en tierras americanas, enfrentándose a la Leyenda Negra con contundencia y no siempre con imparcialidad. Las ansias de conocimiento y la afición bibliófila fueron constantes a lo largo de su vida, y también las razones por las que hoy existe su espléndida Biblioteca.
De 1687 a 1697 va originándose una enorme deuda con el cabildo palentino, a la que decide poner remedio comunicando por carta en 1695, que haría legado de su Librería para saldarla. Su Biblioteca, ubicada actualmente en la primera planta del ala meridional del claustro de la catedral palentina, es una de las poquísimas que se conservan en su práctica totalidad, y valía –según su propia estimación- 7.000 ducados.
Es particularmente interesante la variada temática que encierran sus 6.132 volúmenes. Prácticamente todos los temas parecían interesar a Don Pedro, además de la Historia y el tema de América (que, como es lógico, son los más numerosos). Encontramos desde obras clásicas o de temas teológicos, a la Astronomía, la Medicina, las técnicas de Navegación o el Derecho, corroborando de este modo su afán humanista por poseer el saber universal; asimismo, hay numerosas obras escritas en otras lenguas, aparte del latín y el hebreo (hebreo, portugués, francés, italiano...), así como varios incunables y nueve obras del propio Pulgar. Es destacable también, la presencia de algunos libros censurados, de Arias Montano y Erasmo entre otros.
La obra de Fernández de Pulgar es muy extensa y abarca temas apologéticos e históricos principalmente, además de sus Sermones en latín (cuyo esquema previo era escrito curiosamente en latín, lo cual nos habla, una vez más, de su dominio absoluto sobre de dicha lengua, y también su preferencia indiscutible por ella).
Entre las obras de carácter apologético destacan:
Vida y motivos de la común aclamación de santo del venerable siervo de Dios D. Fr. Francisco Ximénez de Cisneros (defensa a ultranza de las virtudes y méritos del protagonista).
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