Casado del Alisal
Era el 24 de marzo del año 1.831 cuando José María Casado del Alisal nacía en Villada, hijo del médico extremeño y de una palentina, Casilda. Al aumentar la familia, a la madre le preocupó que, en el pueblo, no pudiesen realizar otros estudios más que los escolares. Por eso se traslada con los hijos a Palencia. José se matricula en la Escuela Municipal de Dibujo. Destaca por su calidad en dibujo y color. Estuvo desde niño adornado de una excelente cualidad: la constancia, que le llevaría, trabajador infatigable, a ganarse una beca para estudiar en Roma. Desde allí envió las obras obligadas para la beca, además, para optar a premio en la Exposición de 1.860. pinta una obra que tituló Los últimos momentos con la que ganó la primera medalla que conllevaba una dotación económica de 11.250 pesetas y le sería prorrogada la beca, esta vez, para estudiar en París.
Carmen Arroyo
Más adelante pinta La Rendición de Bailén. Dicha obra fue adquirida por sus majestades los reyes. De nuevo, esta vez en la Exposición de 1.864, obtiene la Primera Medalla. También pintó magníficos retratos y se inclinó hacia la pintura naturalista. Destacan La Damisela de azul, La Odalisca y Escenas de la vida cotidiana. En Huesca está uno de sus cuadros más conocidos: La Campana de Huesca. Figura su obra en los mejores museos de Francia y España.
La leyenda de la Campana de Huesca, De José Casado del Alisal - Dominio público, Commons |
Hace unos años, con motivo de que yo había publicado en la Institución Tello Téllez un trabajo sobre su hermano, Carlos Casado del Alisal, una sobrina nieta de José: Mónica Magrane, desde Rosario, Argentina, vino a Palencia para conocerme y tratar de encontrar de mi mano sus orígenes palentinos. La llevé al archivo catedralicio que, por entonces dirigía con pasión ilusionada, don Santiago Francia, hombre infatigable y entregado a su labor silenciosa y precisa. Generosamente nos atendió y pudimos buscar -con toda clase de facilidades- en innumerables legajos y libros lo que ella deseaba encontrar. No hubo mucho en aquel lugar sobre su familia y para que ampliase datos, la llevé a Diputación Provincial donde -José Antonio Rubio Mielgo- nos atendió con la amabilidad que le caracteriza. Por cierto, en su mismo despacho, pudimos admirar la perfección de su pintura en un cuadro de busto en el que aparece una bella mujer de mediana edad. La meticulosidad que se aprecia en cada uno de los detalles tanto del rostro como la ropa que lleva, indica que su parentesco con ella era cercano. Quizá alguna persona de la familia. Se desconoce el nombre. Mónica regresó a su tierra. Conservo las fotografías que nos hicimos delante del cuadro. Pero no he vuelto a saber nada de ella. La vida reserva, a veces, esas sorpresas.
Para terminar estos breves recuerdos, anoto que durante su estancia en Roma fue nombrado Director de la Escuela Especial de Bellas Artes, a la muerte de Luis Rosales. Tuvo como amigo, entre otros muchos, al poeta Gustavo Adolfo Bécquer, siendo, además, uno de los que contribuyeron económicamente para publicar la 1ª edición, ya póstuma de las Rimas a partir del libro de los Gorriones. Enfermo de pulmón regresa a Madrid donde se rodeó de buenos amigos e hizo una vida recogida hasta su muerte. Antes, en el año 1.883, se le nombró Académico de Número de San Fernando; era también Caballero de la Gran Cruz de la Real Orden de América de Isabel La Católica. Un palentino que nos dejó un legado importante gracias a su tesón y valía personal.
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