Lugares y Casas encantadas
Desde el principio de la historia han existido lugares encantados.
En las mitologías se hace referencia a ellos, atribuyendo los encantamientos a seres fantásticos o genios a los que llamaban trasgos, gnomos, dimmus, lamias, duendes, kobbold, etc. Repasemos algunos ejemplos.
Siglo I de nuestra era. Roma
Plinio el joven recoge el encantamiento que tiene lugar en la casa del filósofo Atenodoro: ruídos de deslizamientos de hierros por el suelo y la supuesta intervención de un espectro que señalo un lugar concreto donde, tras excavar, aparecieron restos óseos de un hombre.
Año 355. Alemania
En una casa y una calle de Bigen-am-Rhein, se oían ruídos y volaban piedras que terminaban cayendo sobre las camas de los inquilinos de la casa.
Siglo XVIII. Inglaterra
El químico y teólogo británico Joseph Priestley (descubridor del oxígeno en 1774), investiga el caso de la rectoría de Epwort, donde se arrastraban muebles solos, caían los cristales y se escuchaban gritos desgarradores.
1900. Turín
El antropólogo Cesare Lombroso investiga a qué se debe que vasos y botellas rueden por los suelos como si alguien los empujara.
1908. Italia
En Boccioleto se investiga la espectacular lluvia de piedras sobre una casa.
1916. Grosserlach
En esta localidad de Alemania, un tronco de árbol rodaba sólo por el suelo.
1929. Inglaterra
Harry Price y un equipo de 48 personas investigan lo ocurrido en la abadía de Borley, donde se producían ruídos de todo tipo y los objetos volaban líbremente. Apareció el espectro de una monja, también el de un capellán y la historia terminó trágicamente cuando se incendió la abadía diez años más tarde.
Hasta 1949 se examinaron 385 casos de lugares y casas encantados. 26 fueron fraudulentos, según el investigador Herewards Carrington, 29 dudosos y 330 absolutamente inexplicables.
Posteriormente se estudiaron otros casos: Seaford, en Long Island, Nueva York, donde las botellas se destapaban solas. En 1967 varios investigadores estudian lo sucedido en los grandes almacenes Tropication Arts de Miami, donde centenares de objetos salían volando de las estanterías. El fenómeno se lo atribuyeron a un joven llamado Julio Vázquez, a quien le sometieron luego a observación.
Uno de los casos más espectaculares que se citan en esta historia de encantamientos fue el sucedido en el bufete del abogado Rosenheim, en Baviera, Alemania, donde, además de los ruídos y movimientos habituales en estos casos, los fenómenos afectaron a todos los aparatos eléctricos: las bombillas se desenroscaban solas y acababan explotando, las lámparas oscilaban violéntamente, los cajones se abrían, las máquinas de escribir escribían solas y los teléfonos estaban constantemente sonando sin que nadie los tocara. En este caso parece que la inductora fue una secretaria, Annamarie Scneider, quien, de manera involuntaria, provocó un auténtico caso de poltergeist, debido al estado psicopatológico en el que se hallaba inmersa.
Fuente consultada: Enciclopedia de Parapsicologia y Ciencias ocultas. Salvat