Nuestro amigo y seguidor Jesús Mediavilla nos envía estas imágenes sobre la intensa e interesante jornada que se vivió en la Biblioteca Nacional de España (Madrid) el martes, 8 de octubre de 2024. Allí el presidente de la Junta del Principado, Juan Cofiño, reivindicó el Fuero de Brañosera como el "origen del municipalismo". Cofiño vino a explicar que la Carta Puebla que otorgó el rey asturiano al municipio hoy palentino y entonces en el Reino de Asturias "descentraliza" el poder.
De izquierda a derecha, Juan Cofiño, presidente de la Junta del Principado de Asturias, | Oscar Arroyo, director de la Biblioteca Nacional de España y Jesús Mediavilla, alcalde de Brañosera.
JESÚS MEDIAVILLA - ALCALDE DE BRAÑOSERA
«El Fuero de Brañosera sirvió de modelo para los siguientes que se concedieron a todas las poblaciones que se crearon al paso de la repoblación hasta llegar a Granada y a las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía».
JUAN COFIÑO - PRESIDENTE DE LA JUNTA GENERAL DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
«La Carta Puebla es un conjunto de privilegios y normas aceptadas por aquellas gentes que servía para ordenar sus necesidades, vida y relación social».
ÓSCAR ARROYO - DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA
«Acogemos esta jornada histórica en el lugar por excelencia de la cultura en España. En la BNE abrimos al Ayuntamiento de Brañosera las puertas de esta casa, que también es suya. Estamos encantados de que nos hayan elegido».
Nuestro Diario, Diario Palentino, atento a todo lo que abarca nuestra tierra, explica también en un extenso reportaje este acto, donde Jesús Mediavilla se rodeó de algunos de los mejores medievalistas del país: Margarita Torres (Universidad de León), Félix J. Martínez (Valladolid), Iñaki Martín (Salamanca) y Miguel Larrañaga (IE University). Además, contó con la presencia de medio centenar largo de vecinos del pueblo, algunos residentes en la capital de España y otros desplazados desde la Montaña Palentina para asistir a este relevante acto con el que se pretende dar una mayor visibilidad a este «hito histórico de la organización territorial y jurídica» que se remonta al año 824.
Nos vemos el viernes, en La Fundación Díaz Caneja, a las 7,30 de la tarde
Queridos Ángeles y Jesús. Este verano no pudimos vernos y, la verdad, sentí pena pero mis fuerzas físicas estaban en mínimo y eso significaba un cansancio acumulado tras estos meses que están pasando lenta y dolorosamente. Todo lo que me has ido enviando vía Internet, hasta tus lecturas, capítulo a capítulo del Quijote, ¡pero qué paciencia tienes! me llegaron como agua de mayo que refresca la mente lavando pensamientos inoportunos que me hacían caminar en dirección equivocada. Pero tu persistencia, aunque ahora ya es tiempo de otoño, ha sido importante para llegar a buen puerto y, de ese modo, culminar lo que te habías propuesto: Sí, amigo Jesús, verdaderamente tu voluntad y tu cariño se han impuesto y has logrado hacer aquello que deseabas tanto: rendir tu homenaje a una persona que se merece ese cariño que nos has demostrado durante tantos años. ¿Recuerdas las fotografías en la finca con Sari y José María? Fue uno de esos días en los que compartir fue algo esencial y la alegría se nos escapaba por los ojos.
La vida se nos va de las manos, el tiempo vuela y, el viernes, en la Fundación Díaz Caneja, mi hijo Álvaro, mi querido Quijote, siempre haciendo cosas por los demás, esta vez ha querido aunar tu hermosa voz, la música de Manzano y sus manos que sacarán del piano todo lo mejor para que la tarde, tu tarde, Guti, así te llamamos, sea única y cuando la perfecta conjunción de todo se haga sonido, sé que por alguna estrella nuestro poeta estará atento y sonreirá al oír sus versos en tu voz, la que más se parece a la suya…Ya ves, Jesús, casi como un milagro, en La Caneja, se hará silencio que acompañe emocionado unos versos realmente buenos.
Y quisiera destacar tu trabajo ilusionado, perfecto, que te nace desde los dentros, son palabras de Marcelino y por eso las anoto en bastardilla. Todo esto y más podría decir. Pero no quiero ser pesada y sé que descubrirás la admiración y agradecimiento que siento por tu necesidad de evocar al amigo que conociste hace tanto tiempo y que guardas el rescoldo de esa amistad como un regalo, al igual que yo guardo la de Ángeles y la tuya. Nos vemos el viernes, en La fundación Díaz Caneja, a las siete y media de la tarde. Decía que mi hijo, ya lo ha hecho otras veces, dedica el Concierto a favor de la Fundación -que no pasa por momentos boyantes- Y la entrada-donativo irá destinada a ese fin: poner un grano de arena donde La Junta debería tomar interés y añadir el dinero necesario. La cultura, alimenta el espíritu y aumenta los conocimientos y, si no me equivoco, la inteligencia.
El Festival de Paloteo de Ampudia en su XXXIX edición, se ha convertido en una de las citas culturales más importantes de la provincia.
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Paloteo en Autillo de Campos, 15/08/2023 | Foto de Julio Prieto
El Festival de Paloteo de Ampudia es una clara apuesta por la danza tradicional, que se lleva a cabo en esta bonita población terracampina con gran éxito, tras 39 ediciones, que se ha convertido en una de las citas culturales más importantes de la provincia. No se celebraba desde 2019, y después del parón de los últimos años se volvió a celebrar el 22 de julio de 2023, en los entornos de la Colegiata de San Miguel y con vistoso desfile por las calles porticadas de la localidad de los tres grupos participantes que hicieron las delicias del numeroso público: El grupo local Paloteo y Danza Villa de Ampudia, el Grupo de Danza y Paloteo de Támara, y el Grupo de Coros y Danzas Castiella, de la localidad vallisoletana de Cabezón de Pisuerga.
Cuaderno de anotaciones
La danza del Paloteo, con orígenes en el siglo XVI, se ejecuta con palos que los danzantes alternan produciendo un sonido único que acompaña a las fiestas, como el Corpus de Cevico de la Torre, las de San Telmo en Frómista, las de la Virgen del Valle de Saldaña, la romería de Nuestra Señora de Alconada en Ampudia, la de Valdesalce en Torquemada, o las fiestas de la Virgen del castillo en Cisneros. La de Cisneros, se considera como uno de los ritos mejor conservados de Tierra de Campos. En otras poblaciones de Tierra de Campos se ha desarrollado este tipo de danza como Autillo, Guaza, Becerril, Autilla del Pino, Fuentes de Valdepero, Fuentes de Nava, Villada, Villamartín, Torremormojón, Támara, Castromocho, Pedraza. También en el Cerrato, concretamente en Dueñas (Romería de San Isidro), y en menor media en Villamediana, Tabanera y Palenzuela.
💨Llegamos en nuestro recorrido por los pueblos de España a la villa de Ampudia, declarada Conjunto Histórico Artístico en 1965.
💨El 22 de junio de 2024 Ampudia celebra la llegada del verano convirtiéndose en uno de los pueblos más bonitos de España.
Villa de gran atractivo por sus calles porticadas. Bien definida por dos hitos significativos: El castillo y la colegiata de San Miguel, típico ejemplo de estructura urbana medieval. Quería experimentar sobre el terreno, viajar desde allí a otros momentos de la historia, recorrer sus calles y tomar un centenar de fotos de sus soportales, lo que constituye un buen ejemplo de arquitectura tradicional castellana.
Última actualización, 22 de junio de 2024 | +1.189👀
Alfonso Santamaría
Ampudia tiene mucho que ver para disfrutar de su rico patrimonio, como su imponente castillo, una visita obligada. No me puedo olvidar de sus bodegas, de los palomares y los chozos del pastor, ni del interesante Santuario de la Virgen de Alconada, patrona de Ampudia.
Alfonso Santamaría
Ampudia sorprende porque tiene dos museos, el Museo de Arte Sacro, en el antiguo Convento de San Francisco, y el Museo de la Medicina, en el antiguo Hospital de Santa María de Clemencia, sede de la Oficina de Turismo.
Iglesia colegiata de San Miguel
Templo de finales del XV, de estilo gótico-renacentista, que presenta tres naves ojivales cubierta con bóvedas de crucería estrelladas. Ya vimos algo similar en Támara; aquí, su torre es conocida como "novia de Campos", "Giralda de Campos" y con una altura de 62 metros constituye un hito visual en la definición urbana de la villa.
Cuaderno de anotaciones:
Comunidad: Castilla y León Comarca: Tierra de Campos Provincia: Palencia Distancia: 26 km a Palencia Población (2018): 622 hab.
El Castillo, de propiedad privada, alberga la Colección Eugenio Fontaneda. En el inicio del XVII, Felipe III a instancias del duque de Lerma, concede a la villa mercado franco en los viernes.
Tips para celebrar este reconocimiento
A las 11:30 recepción de Autoridades y vecinos en la Oficina de Turismo.
A las 12:00 inauguración y proclamación oficial de Francisco Mestre, presidente de la Asociación "Pueblos Más bonitos de España".
Actuación del Grupo de Paloteo y Danza de la localidad.
Actuación del Grupo Vandalia.
A las 13:00 horas paseo por Ampudia
Visita al Castillo
Visita a la Colegiata
Visita a los Museos
Por la tarde, concierto de flamenco en la calle Corredera, a cargo del grupo Mandala.
Picoteo por todo el pueblo
A las 22:00 horas, Noche Romántica, donde animan a todos a acudir vestidos de color blanco, para asistir al concierto del Grupo Dos Orillas
A las 00:00 Foto Grupal, donde se inmortalizará la entrada del verano 2024.
Exposición
María José Sanz presenta en el Hospital de la Clemencia 'Fotografía de calle', exposición que se puede visitar hasta el 30 de junio.
La Casa de los Títeres, otro motivo para visitar Paredes de Nava
Conocer el mundo de Miguel Ordóñez, de 75 años, en su escenario es darte cuenta de que estás frente a un titiritero que ama su profesión y trasmite su arte.
A mediados de abril acudí con mi amigo José Antonio Marcos a Paredes de Nava, su pueblo, donde nos esperaba Miguel Ordóñez, el titiritero que llevó los títeres al pueblo de ilustres escritores y artistas, como Jorge Manrique y los Berruguete. El edificio en el que se encuentra la Casa de los Títeres pertenece al actual ayuntamiento, era el refectorio del antiguo convento de los franciscanos, edificación que ha sido posteriormente acondicionada para ubicar las oficinas municipales y la Casa de los Títeres, la biblioteca, el salón de actos, y el espectacular Centro de Artes Escénicas “Jorge Manrique”.
Luis Calderón, alcalde de Paredes de Nava, pensó que este podía ser un buen lugar para instalar allí la Casa de los Títeres, después de su encuentro con Miguel Ordóñez, quien no tenía ni idea de dónde estaba Paredes de Nava. Calderón quiso rescatar el oficio de titiritero para su pueblo, actuó con prontitud y puso a disposición del maestro titiritero un amplio espacio en los bajos que en otros tiempos fueron utilizados por las antiguas escuelas. Miguel cedió el contenido y el ayuntamiento puso el local, que mientras viva el argentino no pasará su obra al ayuntamiento de Paredes de Nava.
Recuerda Miguel que el encuentro con Luis Calderón tuvo lugar en Triollo, pueblo que se encuentra en la Ruta de los Pantanos, en la Montaña Palentina, al que Ordóñez acudió con su compañía “Cristoforo Colombo”.
“Alguien te ofrece algo sin pedirlo porque lo ve factible para su pueblo, Luis Calderón tiene una inclinación hacia las artes, en mi caso y en el de Rosana Largo, se merece un reconocimiento”.
Conocer el mundo de Miguel Ordóñez en su escenario, es darte cuenta de que estás frente a un titiritero que ama su profesión y trasmite su arte.
“Cuando era pequeño pasó un titiritero por mi pueblo, y me gustó tanto que me dije: a partir de ahora me hago titiritero, porque me entró el amor por las pequeñas esculturas que se mueven”.
A partir de entonces actuar con los títeres y hacer máscaras fue su mayor pasión. Tras realizar sus estudios básicos, entró en la Universidad, donde acabó como profesor en la Escuela de Bellas Artes, rama teatro.
Momento de la entrevista a Miguel Ordóñez en la Casa de los Títeres.
Esta fue la vida de Miguel en su Argentina natal hasta los 25 años, a partir de esa edad no fue un camino de rosas para un hombre como él, porque en su país, en 1973, se respiraban aires militares y el ambiente era muy tenso por el terrorismo de izquierdas y el poderío de la derecha, que provocó un golpe de estado del ejército, un ambiente similar al de la época anterior a la guerra civil española. Llegó la época dura para Argentina y el gobierno militar cerró la Escuela de Bellas Artes “porque los militares no querían saber nada de los artistas”. Recuerda que encarcelaron y mataron a muchos, cifra en 30.000 los desaparecidos, entre ellos varios escritores, periodistas y pintores.
“La dictadura no quería artistas en su país porque son críticos y no querían ningún tipo de crítica. De Argentina se fue todo el mundo pensante, decidí que el mundo era mucho más grande, y con 25 años me fui a Rumanía”.
Ante tanto peligro Miguel Ordóñez abandona su trabajo y oficio, al tiempo que le conceden una beca en Rumanía y se va a este país acompañado de otros titiriteros en el transatlántico italiano “Cristoforo Colombo”. Su estancia en Rumanía le permitió recorrer todos los países del Telón de Acero. Tras su periplo rumano recaló en Madrid porque no podía volver a Argentina. Era el año 1977, España se abría al mundo y se produjo una apertura a todas las artes, vuelve el teatro a la calle, y en Madrid al Parque del Retiro. Miguel se establece en España y forma empresa, la Compañía Cristofer Columbus y reivindica su oficio. La Compañía llegó a tener 12 empleados y viajó por toda España como intercambio de culturas. Miguel el alma mater de su Compañía y comenta que viajaba al estilo de “La Tarumba” de García Lorca, aunque matiza su humilde comparación de su Compañía con la de García Lorca, que durante la guerra civil española entretenía a los combatientes del bando republicano en las trincheras, bajo la supervisión de Alberti, Neruda y Lorca, teatro portátil que desaparece en la época franquista.
Hoy he conocido a Miguel Ordóñez, un hombre cuyo oficio es popular y transmite mucho a los niños y a sus padres.
“Nosotros, los titiriteros, no somos artistas, sino artesanos, un oficio con mucha creatividad y la transmisión del boca a boca”
Explica Miguel, estudioso de la historia del títere, que vuelve a la intelectualidad y los intelectuales escriben para el titiritero, un arte olvidado, anterior al teatro que ubica después de la época romana. Surge el teatro en latín (mester de clerecía), y sale de la iglesia (mester de juglaría) para ir a las tabernas, plazas y se expresa en lenguas romances. El rey Alfonso X, en el año 1200, divide a los titiriteros en juglares, histriones, titiriteros y bufones.
Veo en los estantes de la Casa de los Títeres libros relacionados con los títeres como “Anuario de Títeres, “El títere y las otras artes”, “Medio siglo de profesión de titiritero”, “Teatro de muñecos en Hispanoamérica”, “El pensamiento del títere, “Títeres”, “Documental de Títeres”, “Títeres trashumantes”. Hay dos libros que llaman mi atención: “La Pícara Justina” y “El Quijote”, su fuente de inspiración. Para Miguel “La Pícara Justina” “es el ilustre olvidado del teatro, es la única obra juglaresca”. Es Miguel un creador, constructor y restaurador de sombreros, carracas y máscaras además de personajes de las Peñas de Paredes de Nava, ha restaurado los gigantes y cabezudos y cambiado el vestuario del ayuntamiento que se saca en los desfiles de las fiestas. Todo se hace en este taller.
Con Miguel Ordóñez trabaja una actriz que en las intervenciones conjuntas hace las voces femeninas, Irene Antolín, de la Compañía de Teatro Aldagón. Irene y Miguel hacen muñecos y vestidos. Irene será la sucesora cuando Miguel lo deje.
“Irene es muy buena en el teatro y en la creación de personajes de títeres. Es la única forma de que no se pierda el viejo oficio de titiritero, comediante, juglar en dos fases: Construcción de muñecas y puesta en escena de las obras. El oficio de titiritero está en vías de extinción”.
Se nota el mutuo aprecio de estos dos titiriteros, Irene Antolín manifiesta que “Miguel es un gran maestro del que se aprende mucho, he aprendido a su lado muchas cosas que no sabía”. Admira de Miguel su inteligencia y capacidad de creación, llevan más de cuatro años juntos. Miguel está encantado con Irene por su gran ayuda, tanto en los espectáculos como en el taller. Funcionan como la Casa de los Títeres, dan cursos y charlas a colegios de la localidad, de la capital, de la provincia y de la región, aunque alguno viene de fuera, a Agrupaciones de Amas de Casa y a jubilados que recuerdan su pasado.
La sala para presenciar una actuación de los titiriteros tiene cabida para 70 personas, que si se añaden más sillas puede llegar a 100, un espacio atractivo para todos los públicos que sin duda se aficionarán a la magia de los títeres, movidos por el maestro que muestra su veteranía y oficio, y transmite su sabiduría y dominio de las figuras, algo indispensable para enseñar este arte después de muchos ensayos.
Buenas relaciones mantiene Miguel con el mundo del títere, en especial con Titirimundi, es amigo de los organizadores y ha acudido muchas veces a Segovia a actuar y disfrutar de su apasionante mundo. El argentino lleva ocho años en Paredes de Nava, aquí se siente realizado, más aún cuando sabe que su oficio no se va a perder y continuará en esta bella localidad de Tierra de Campos. Miguel no considera este encuentro conmigo y con José Antonio Marcos como una entrevista, sino como una charla con amigos, un verdadero placer conversar con Miguel y descubrir el mundo del títere de la mano de un maestro que dirige la Asociación Cultural La Casa de los Títeres.
Desde muy niño me gustaba ir a los recados maternos más variopintos, lo que propiciaba el contacto con personas (para mí personajes) entrañables que se movían por los alrededores. En el año 1945, sobre un solar dedicado a la cría caballar a la altura de la actual Avenida República Argentina, número 4 ( hoy número 6), José Paz Maroto, preeminente ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, natural de Baltanás y pariente de mi padre para más señas, construyó un magnífico bloque de viviendas, cuya escalinata de caracol sigue siendo hoy en día un punto de referencia de la arquitectura palentina. Allí fueron a vivir mis padres y allí nacimos y nos criamos sus siete hijos.
Enrique De Guzmán
El edificio era conocido como “la casa de Paz Maroto” o “la casa de los médicos”, por los numerosos galenos que allí vivían. Los alrededores de la finca, esto es, el Parque del Salón, el Colegio de los Maristas, el Barrio de la Puebla , la Calle Mayor, el Puente de Hierro, el Bosquecillo y la Fuente de la Salud fueron los puntos centrales de mis vivencias fuera del hogar paterno a lo largo de mi infancia y comienzo de mi adolescencia. Desde muy niño me gustaba ir a los recados maternos más variopintos, lo que propiciaba el contacto con personas (para mí personajes) entrañables que se movían por los alrededores. El primer personaje que acaparó mi atención fue don Higinio Herrero, un venerable anciano propietario del Banco Herrero. Siempre que me veía me hablaba suavemente y me entregaba una moneda de una peseta “para que ahorres para tu futuro”. Tenía fama de tacaño, que no de avaro, pero a mí me caía bien, no solo por sus dádivas, sino porque me inspiraba un respeto reverencial. A veces, algún grupo de golfillos (así se los denominaba entonces) le jaleaban con un estribillo grotesco, “Don Higinio, que me giño”, mientras echaban a correr sin que el buen hombre hubiera llegado a oírlos. Seguidamente, me dirigía a La Perea, un imponente puesto de chucherías, frente al Cine Ortega, y me gastaba la peseta en acerolas. Eso del ahorro no iba conmigo. Súbitamente recordaba los encargos maternos sin recoger en Ultramarinos Florencio Ruiz, Viuda de Cabrero o Supertienda Juan del Río, lo que me inducía a correr como un poseso por la Calle Mayor mientras saludaba con la mano a un limpiabotas sordomudo al que visitaba con frecuencia a la altura del ya desaparecido Café Ideal Palentino, junto a la Bocaplaza, y que solo con su mirada y su sonrisa mostraba una bondad infinita que a mí me ganaba para la causa (la causa de la amistad, se entiende). En ocasiones, yendo con mis padres de paseo, les pedía permiso para acercarme a saludar a mi amigo. Y oía decir a mi padre “qué hombre tan bueno”.
Desde muy niño hasta que fui universitario me llamaba muchísimo la atención Mary Paz Casañé. Era una de las hijas de José Paz Maroto y vivía en la planta primera de la casa. Para mí era la tía Mary. Al poco de nacer contrajo una feroz poliomielitis, que le paralizó el 80% del cuerpo y la postró en una silla de ruedas. En muchas ocasiones, cuando entraba en el portal me topaba con ella y su ayudante, Ana, y me decía cosas tan alegres y se reía con tal intensidad que me dejaba contento y optimista el resto del día. La mirada del niño que fui nunca atisbó que se quejara de su cruel enfermedad , al revés, era la más alegre de su extensa familia y todos acudían a su presencia para sentirse fortalecidos. Cuando venía a comer a mi casa, el buen ambiente, las tiernas palabras que nos dirigía a los niños, su personalidad arrolladora me ayudaban a empezar a comprender que a veces la felicidad va más allá del dinero, o de la condición física, y que tiene mucho que ver con el espíritu guerrero e indomable de las personas y su capacidad de no rendirse nunca. En cierta ocasión, su padre, José Paz Maroto, me dio un duro de propina por haberle ayudado a regar la finca que tenía en el Monte el Viejo. La tía Mary me preguntó el alcance de la propina y le dije que un duro. “Papá, no seas así, dale al chico por lo menos cinco duros” - le espetó. Su padre contestó “qué barbaridad”, pero me entregó el billete de veinticinco pesetas. Verdaderamente el hombre no era tacaño sino austero, como hijo que era de la guerra (in)civil y de la posguerra. La tía Mary murió joven y Palencia, a la que adoraba, perdió a una de sus mejores embajadoras.
En los años 50 y 60 no había llegado a España la moda del prêt à porter, razón por la cual venía a casa una costurera para confeccionarnos la ropa . Esa mujer se llamaba Emiliana Antolín Mamuz y era el modelo de persona abandonada a su suerte por las clases dirigentes de entonces, una etapa que algunos denominaban eufemísticamente los años triunfales. Emilia había quedado huérfana muy pronto y había perdido a su hermano, guardia civil, en una de las muchas escaramuzas de nuestra guerra. Nunca nos habló de política y siempre nos transmitió los sentimientos más profundos que puedan latir en un ser humano. Nunca supe si era creyente o atea, de izquierdas o de derechas. No hacía falta. Era una de las persona más buenas, en el más machadiano de los sentidos, que uno pueda llegar a conocer. Todos la adorábamos porque era tierna, divertida y sufría sus desgracias con entereza. De aquellos años 50 y 60 recuerdo sus relatos de cuentos clásicos de los Hermanos Grimm. Nos quedábamos extasiados por la dramatización extraordinaria que hacía de Caperucita, el Lobo feroz, Pulgarcito o los Tres Cerditos. Imitaba las voces de los personajes de tal manera que provocaba en nosotros la risa desbordante, pero también el miedo, pues de todos es sabido que muchos cuentos infantiles son verdaderamente crueles.
@ Retrato de Francisca González del Castillo
La pobre mujer vivía muy modestamente en el Barrio de la Puebla, creo recordar que en la Calle Empedrada, un barrio sin asfalto, lleno de casas de una o dos plantas sin los elementos considerados básicos para una vida decente, donde se mezclaban las aguas de la lluvia con las aguas fecales provenientes de algunas casas sin agua corriente y de construcción más bien primitiva. Pululaban por allí niños desnudos jugando en la calle sin nadie que les limpiase los mocos, multitud de gitanos abandonados a su suerte sin ninguna esperanza de futuro. Allí vivía Emilia, sin apenas recursos, pero siempre emperifollada, los labios y las mejillas rosadas por el carmín, con olor a lavanda, las raíces del cabello negro azabache quemadas por el tinte, con andares parsimoniosos a causa de su incipiente ceguera. Cierto día, decidí ir a visitarla y me encontré la desolación personificada. La buena mujer yacía en plena calle sobre un colchón rodeada de sus pocas pertenencias, lloraba desconsoladamente y se preguntaba por qué Dios la había abandonado. En esa época también había especulación y se expulsaba a los inquilinos sin más explicación que la orden de desalojo inmediato, sin mandamiento judicial ni nada parecido. Cuando me vio, me abrazó quejumbrosa y sentí por primera vez en mi vida (tenía 8 o 9 años) el significado de la palabra injusticia. Al poco, corrí hacia mi casa, les conté a mis padres lo que había visto y les pedí que la ayudaran. No se lo pensaron ni un segundo. Esa noche Emilia durmió en nuestra casa y allí permaneció varios meses hasta que logró acomodo en otra vivienda. Para todos nosotros era una más de la familia y todos la adorábamos. Estas escenas no me han abandonado nunca y, desde entonces, me he rebelado abiertamente contra quienes abusan de personas mayores e indefensas.
Decía don Miguel de Unamuno que la verdadera historia es la intrahistoria, y que esta se nutre de las personas anónimas, que no constan en las enciclopedias pero que son el verdadero motor de la humanidad. Y creo que tiene toda la razón.
Su autor, sabe de qué habla, y su empuje a difundir los valores de nuestro entorno es loable en sus publicaciones. Pero con este libro Froilán de Lózar ha logrado sintetizar su saber acrisolado de muchos años en unas páginas memorables.
Fernando Martín Aduriz
Palencia, 10 de mayo de 2024
Un lector desde México nos envía esta foto al recibir el libro |
FERNANDO MARTÍN ADURIZ
psicólogo
Siento un placer especial en venir a esta casa en la que he hablado en otras ocasiones, en el Pregón de San Antolín de 2016, en el que lancé por primera vez la idea de refundar el Ateneo de Palencia, en los seminarios breves de psicoanálisis que comenzáramos en ese otoño de 2016, o Presentando mi libro de Vecinos Ilustrados con Ramón Calderón Nájera, o uno de Javier Cantera junto a Heliodoro Gallego.
Amo de esta casa su Biblioteca, fundada por Ricardo Becerro de Bengoa, fundador del Ateneo, del Observatorio Meteorológico y de la Escuela de Artes y Oficios.
Peñas de la Hoz desde Piedrasluengas
1.- El título. Habla del silencio.
Conocen que hay dos tipos de silencio. El taceo, el que tácitamente dice algo, el que incorpora el significante, el denominado silencio elocuente. Y el sileo, lo radicalmente silencio mortal, el que habla de la pulsión de muerte. La interpretación de ambos silencios depende mucho del observador. Y así, en el ejemplo de la Montaña Palentina según con quienes hables, ven un silencio que les da miedo o ven un silencio que les dice mucho. Y digo que dicen con toda la intención de mi profesión de psicoanalista, es decir, que ha aprendido desde la cuna a no hablar por hablar y a decir muchas cosas mediante el silencio. Los efectos son extraordinarios, y máxime en la época en que observamos la corriente del bla, bla, bla que esconde lo esencial de lo que no se debe ocultar.
Tengo que decir que este libro habla de un silencio del tipo “Taceo”.
Peñas del Moro | Valle de los Redondos
2.- No hay mejor efecto de este libro para un lector que evocar su relación con la Montaña Palentina.
Es imposible no evocar recuerdos si se vive en la provincia de Palencia y desde la infancia se ha vivido en esta tierra. No dudo en decirles que considero a la Montaña Palentina como lo mejor de nuestra tierra. Cuando fui responsable de la puesta en marcha en 1980 del primer campamento al aire libre en Arbejal, lugar tradicional de formación de jóvenes en los años 50 y 60, comprendí la función del relevo generacional. Me tocó con 22 años iniciar un proyecto de aprovechar un espacio de otra época y abrir el surco para los siguientes veinte años. La Montaña hablaba por las noches, rugía, exigía mucha humildad. Lo mismo percibí en la Espina en el paraje que separa Castrejón de Rebanal con niños que vivaqueaban, que dormían sin tiendas, y que habitaban un lugar mágico. Con el paso del tiempo algunos me han contado que esa experiencia fue vital en sus vidas, y que periódicamente vuelven a dormir en la Montaña Palentina.
Una noche en el Valle de Pineda antes de subir muy temprano al Curavacas en 1983, la lluvia y el viento que soplaba eran tan espectaculares que creo que solo el cansancio infinito de la jornada pudo hacernos soñar bajo el cielo encapotado. Ese espectáculo es de recuerdo indeleble.
Museo Piedad Isla
3.- Lo que me contaba Piedad Isla
Una conversación con Piedad Isla en Rebanal de las Llantas en 1982 me centra en lo que quiero expresar al hablar de la Montaña palentina y son sus gentes. Ella me explicaba que había rodado con su super8, la salida de Rebanal de las Llantas del último habitante, a finales de los años sesenta. Y comprobamos ambos que en los ochenta había vuelto a vivirse en ese mismo pueblo. Luego en su Museo de Cervera me mostró esa película. Era triste, pero como tantos rincones de nuestra Montaña, una tristeza habitable. La buena ‘tristitia’, la que se acerca a la definición de belleza, lo que no es estático, lo que va rotando. El ciclo del día, el del año, el de la vida de las gentes que se van y que vienen.
Como amigo de Peridis, y admirador de su obra, incluso como Patrono de la Fundación que él crea, la Sta Maria la Real en nombre de la Fundación FUNDOS, creo que cuando se conocen de cerca los esfuerzos de tantas gentes por cuidar el paisaje y el paisanaje, como suelen repetir, no queda sino asombrarse. Una familia de Salcedillo con quienes entable una amistad desde la adolescencia me recuerda la dureza de la vida en la Montaña, en especial en los inviernos. Las sufridas gentes sin una lección permanente, aprendí mucho de su aislamiento. Y otra noche del verano de 1979, cuando dirigí mi primer campamento de jóvenes, estando a la intemperie en las agujas de Cardaño, bajo la noche estrellada (tras venir esos días de la Laguna Negra soriana y escuchar en un fuego de campamento la expresión de Unamuno, “estrella refulgente y sonora”) y de pronto en el amanecer contemplar la luz reflejada en las montañas de enfrente, el Pico Tres Mares, de una belleza tal que aún perdura en mis mejores sueños.
Como las cigüeñas
4. El futuro.
Una Red de Turismo Rural recién creada en los noventa, contaba con turismo de masas, pero era imposible, los tour operator alemanes habían hablado de necesitar un mínimo de 5000 plazas para empezar a traer turistas. La Red les dijo que la capacidad hotelera no superaba los 900. No recuerdo las cifras exactas. La Montaña Palentina permanece aún sin explotar, y por razones extrañas, nacen más osos que niños, como gusta de decir Peridis. Pero es un debate. ¿Hemos de impedir el cambio de gestión para usar la belleza y el silencio y poblar de vida, de vida económica, de habitantes, nuestra Montaña? O preferimos mantener la Montaña en su estado actual y esperar a la lenta despoblación. Quizá no dependa de estas generaciones actuales. Quizá a nosotros nos ha correspondido amar la Montaña, subir y subir, pernoctar, comprarnos casas en algún momento, pero la gran inversión de otras zonas de Montaña de otros lugares de la geografía, aún tenga que esperar. Por lo que a mí respecta, creo que en el futuro mi repetida propuesta de recorrer más el GR1, ese gran recorrido europeo, que en España atraviesa el Norte desde Cataluña a Finisterre, pasa unos 80 kilómetros por nuestra provincia, es una apuesta de gran valor. El deseo de caminar es natural en nuestra época para muchas gentes sedentarias. El deseo de andar por la Naturaleza es otro. Este GR1 que empieza en el Puente Arrojadillo, romano o medieval, da igual, y finaliza cerca del Espigüete, muy bien señalizado, muy atractivo en todos los sentidos, es una muy buena iniciativa que tenemos que animar a difundir entre amantes de la Montaña palentina. Estos cuatro puntos hablan de lo que me ha suscitado este libro.
Como conjunto ordenado de lugares, momentos y paisajes, es seguro que logrará en cada lector que este libro llegue a su corazón de amante de la Montaña palentina.
Lo que para nosotros, habitantes de cualquier pequeño pueblo de la comarca, llegaría a significar en aquellos años de nuestra niñez y adolescencia en un pueblo, el mercado de los martes de la localidad de Saldaña, quedará grabado para siempre en nuestra memoria. Marcándonos hasta tal punto que, muchos de nosotros, a pesar del tiempo transcurrido, los martes los seguimos identificando y asimilando con el mercado semanal de Saldaña. Porque Saldaña y los martes siempre irán unidos en nuestras vidas para el resto.
Imagen De alpoma - panoramio, commons
Y es que, en aquellos años, en Saldaña encontrábamos prácticamente todo lo que necesitábamos para nuestro día a día en el pueblo; que en realidad tampoco era mucho. Y los martes, como si de un cuento mágico se tratase, se hacían realidad nuestros deseos, al quedar cubiertas muchas de las necesidades perentorias surgidas en los días anteriores. Porque el mecanismo se repetía una y otra vez y casi siempre ocurría que el deseo se cumplía. Que un día se precisaba algún útil de la casa, tipo electrodoméstico menor o el propio menaje de la misma, se esperaba al mercado del martes en Saldaña para adquirirlo. Que se necesitaba la reposición de alguna herramienta de las de uso en las labores agrícolas, se adquiría el martes en Saldaña. Que los escolares necesitábamos algún libro o algún útil para la escuela, tipo bolígrafo, lapicero, libreta…, se lo encargábamos el martes a aquel miembro de la familia que se desplazase a Saldaña a estos y otros menesteres.
Y así, muchas circunstancias de la vida y necesidades de los vecinos del pueblo giraban en torno al martes y el mercado de Saldaña. Desde estar pendiente de la hora en la que pasaba el coche de línea que nos acercaba hasta él, hasta priorizar las necesidades familiares en función de poder adquirirlas el martes siguiente en el mercado. Pasando por utilizar el día de mercado para permitirse un pequeño descanso o relax respecto a las faenas agrícolas diarias y, de paso, tomar contacto y cambiar impresiones sobre los devenires del campo con otras personas de la comarca.
Y con qué ilusión y ganas esperábamos los chavales el regreso a casa, una vez finalizada la jornada escolar de la mañana, del miembro de la familia que aquel martes se había trasladado a Saldaña y llevaba nuestra particular lista de encargos: adquirir el nylon, los plomos, los anzuelos y el corcho para la nueva caña de pescar; o los reteles para poder salir a pescar cangrejos con los amigos en breve; las libretas y los bolígrafos que nos había ordenado llevar la maestra a la escuela al día siguiente –consciente también ella de que el martes nos los adquirirían en Saldaña-; la peonza nueva o la cuerda necesaria para hacerla bailar y que sustituiría a otra ya vieja y deshilachada; los cordones nuevos para los zapatos que volveríamos a vestir en las próximas fiestas, y los caramelos y dulces de rigor que siempre sabíamos nos llegaban cada martes que alguien de la familia acudía al mercado de Saldaña.
Esos sí que eran los auténticos y verdaderos Reyes Magos para nosotros.