Hoy no vamos a repescar una foto antológica, ni una foto que nos recuerde un momento puntual de la historia, ni una imagen que nos conciencia de la soledad y el temor que anida en tantos rostros que viven en penumbras, que nunca está de sobra.

Hoy la imagen es la llamada desesperada de un garaje (la llamada desesperada de la publicidad), ya dicen que la necesidad agudiza el ingenio. No siempre es suficiente, pero uno, que ya por la edad empieza a cojear de la vista y de "todo lo demás", de vez en cuando sueña con una buena sesión de "sexo gratis". Y uno no cae en la cuenta de la trampa, ni siquiera se fija en el lugar donde se enclava el cartel, se acerca a ver qué piden, en qué condiciones te lo van a dar, cuanto durará eso, quién demonios se encuentra tan necesitado para escribirlo en las paredes...

Y uno se aproxima y comprueba que nada tiene que ver aquello con lo que casi a diario, de algún modo, nos calienta la cabeza a casi todos.

Y claro, es cuando uno reniega de verdad de la letra pequeña.
         Imagen meneada por un twittero




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