Saltemos con el zorro
Hay veces que lo mejor que uno puede hacer para encarar un tema serio es iniciar la tertulia con una humorada. Esto es debido a que se supone que cualquier tema serio nos tensará y el humor viene a disolver la tensión. Ya relajados, podremos ocuparnos de lo importante con la seriedad que se merece y lograremos así, probablemente, extraer lo mejor de nosotros mismos para resolver cualquier problema intrínseco en nuestro tema a tratar. Si de lo que se trata es de las relaciones humanas, tanto mejor. El relajante utilizado es el más adecuado.
¿Nos hemos preguntado alguna vez, por qué teniendo tanto amor para brindar entre nosotros, nos odiamos a veces tanto?
Sí, comprendo, más de un lector a esta altura, ya habrá reaccionado atacándome por semejante exabrupto, trayendo en forma inconciente, aquí y ahora, un claro ejemplo de lo que intento decir.
Sí, toda pequeña reacción como ésta, aunque la guardemos muy dentro de nosotros, no hace más que minar nuestros espíritus. Y lo más triste es, que lo hace sin obtener ningún resultado. Es lógico que si este impulsivo sentimiento que nos arrebata de un plumazo nuestra calma y paz espiritual se presenta, deberemos dejarnos sentirlo y en lo posible, expresarlo, puesto que si queda dentro se multiplicará y el daño que nos provocaremos a nosotros mismos será mayor. Y quien se daña a sí mismo no puede hacer otra cosa que dañar a los demás.
Lo que intento explicar imaginando la posible reacción de algún que otro lector, es mostrar de que manera algo tan pequeño e inofensivo como un pequeño copo de nieve del tamaño de una uva, pudiera deslizarse rodando sin detenerse, acumulando más y más cantidad de nieve (odio o enojo) de la que no se ha podido liberar, para finalmente verse convertido en una inmensa y peligrosa mole que arrasará a quien se ponga en su camino.
Si en el preciso momento en que concientizamos la aparición de este pequeño e inofensivo copo, nos ocupamos de disolverlo, estaremos evitando crear este monstruo que nunca resolverá ningún problema, pero sí amenazará con destruirnos (de alguna manera) y dañar a los demás.
Seamos pacientes, mostremos tolerancia con el prójimo, intentemos lentamente ir comprendiendo que cada persona se reserva el derecho a pensar y a hacer de acuerdo a sus propios criterios, al igual que nosotros mismos. Finalmente, lograremos comprender con naturalidad que existen más de siete mil millones de cabezas pensando de diferente manera a la nuestra. Y a todos nos asiste el mismo derecho a acertar como a equivocarnos.
El zorro de nuestra fotografía decide jugar saltando al rango con las ovejas en vez de comérselas. Esto es humor a través del ridículo. Nosotros, los humanos, no hagamos el ridículo a través del odio. Porque pueda ser que esto, nos quite el humor para siempre.
Feliz lectura, feliz vida!
Imagen: @De Pumar59
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