Casa Museo Lis
100 estampas de Salamanca
Casa Lis desde su fachada sur. Acuarela. | @Francisca González del Castillo |
La historia de la Casa Museo Lis es una historia de cambios a lo largo del tiempo: de ser una de las mejores construcciones modernistas de vanguardia, a ser fiel reflejo del abandono durante décadas y su posterior renacer como uno de los más hermosos e imprescindibles edificios que hay que visitar en Salamanca: el Museo de Art Nouveau y Art Déco, gracias a la cesión de 19 colecciones de objetos de arte, unas 2500 piezas, por el anticuario salmantino Manuel Ramos Andrade. La casa es en sí misma un impresionante tesoro, aunque la colección que guarda en su interior hace que este conjunto tenga más trascendencia a nivel internacional. Su belleza y singularidad lo han convertido en uno de los monumentos más admirados. Esta auténtica joya de la arquitectura modernista fue construida a orillas del Tormes, sobre la muralla de Salamanca, en 1905 por el arquitecto Joaquín Vargas Aguirre para el industrial Miguel de Lis. Un impresionante reto, pues el arquitecto logró vencer todos los obstáculos físicos creando un edificio en torno a un patio interior, establecer una escalera que permite crear terrazas ajardinadas, y construir una gruta… además de diseñar una espectacular fachada con hierro y vidrio, tomando como inspiración la arquitectura industrial de la época.
El museo nos plantea un viaje por uno de los períodos más prolíficos de las Artes Decorativas que va de finales del siglo XIX hasta la II Guerra Mundial. La Casa Lis alberga lo más representativo de las vanguardias modernistas: una de las colecciones de muñecas de porcelana francesas del siglo XIX más completas, así como abanicos, piezas de marfil y bronce, gran cantidad de criselefantinas, vidrios de autores como Émile Gallé, porcelanas de Zuloaga, Rosenthal, Mariano Benlliure, piezas de joyería de Fabergé, René Lalique o de Masriera…
Y por si tanta maravilla nos acaba saturando un poco, podemos disfrutar relajadamente de un café en la cafetería de Lis que nos trasladará igualmente al fascinante mundo de la Belle Époque.
SOBRE ESTA BITÁCORA
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6 comentarios en el blog:
Se percibe en esta bonita acuarela la exquisita meticulosidad con la que Francisca pinta y trasmite toda la belleza de ese emblemático edificio salmantino, que parece pintó de noche oscura e ilumina con tanta genialidad que trasmite todo el resplandor de la edificación.
Qué bonito nos lo has narrado, Paqui; tanto que hasta nos hemos visto metidos dentro de ese gran Museo y saboreando cada una de las piezas que nos has presentado. Desde luego que es una maravilla arquitectónica esa Casa Museo Lis de Salamanca, y tú así nos lo muestras en tu acuarela. Cada día conocemos algo más de esa bella tierra salmantina. Saludos.
En la próxima visita a Salamanca nos pasaremos por ese museo que, conforme lo describes, debió ser una innovación en aquel tiempo. Tu sección me sirve para ir anotando. Creo que me quedaré sin espacio en mi cuaderno de viajes, hasta tal punto me está sorprendiendo esta historia que ilustras. Buen fin de semana.
Preciosa acuarela, por la noche es un edificio espectacular. Me encanta el Modernismo y el Art Nouveau, por lo que tendré que volver por Salamanca. Muchas gracias Paqui por tanto arte...!
Preciosa acuarela, las imágenes nocturnas tienen un algo especial, quizás la dificultad de la obra o que es una vista que no ve todo el mundo.
Voy a buscar imágenes del interior del museo porque necesito ver todas las cosas que describes. El Art Noveau y el Modernismo me gustan y con todas las maravillas que describes, necesito más imágenes sí o sí. Todos los sábados me despiertas la curiosidad por saber más de los sitios que pintas.
Gracias, Paqui, por otra sorpresa preciosa. Besos.
Gracias a todos por vuestros comentarios, me alegra haber suscitado vuestro interés con este lugar tan especial como es la Casa Lis. Tuve la suerte o más bien la desgracia de conocerla cuando estaba abandonada y recién comenzaban a restaurarla para el museo, y, la verdad, daba pena, pero lógicamente fui después a verla y qué sorpresa tan agradable me llevé, de verdad merece la pena, por la edificación y por la colección que hay dentro. Una colección del anticuario salmantino Ramos Andrade que sin duda se guardó para él las mejores piezas y que al final, para nuestro deleite, hemos tenido la suerte de que haya acabado en el museo.
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