En tu nombre (II)
Iniciamos el recorrido hacia Otero de Guardo y Camasobres. En Cubillo no encontré posada como San José y la Virgen. Hipólito, el señor que siempre alojó a las maestras, había tenido problemas con la última. Me enteré durante el viaje que emprendí desde Valladolid, ya en tren, pues mi padre marchó a La Coruña el domingo siguiente, 24. La familia se había trasladado desde septiembre porque, mis cuatro hermanas, necesitaban ir al cole. Y me quedé sola en Valladolid, salvo los días de Navidad, en nuestra casa, que se vendió años más tarde. Marcelino amaba Palencia y me contagió su amor a la misma. Y aquí sigo, ahora sola, pero mi corazón y mi mente, siempre con él. ¿Y por qué fuimos tan al Norte, en plena montaña?
Me llevaban un par de años y se maquillaban y usaban tacones. Yo, recién salida de mi colegio de Carmelitas de Madre Vedruna, en la calle Mantería, junto a la iglesia para que no se me olvidara visitar el sagrario…Bien, aquella joven, era la misma -lo supe al hablar con mis amigas en la vuelta a Palencia- que les aconsejó el pueblo elegido más tarde por ellas. No salieron de ellos -por la nieve-, hasta junio. Era la novia que, en palabras de Marcelino, "le ató por las lágrimas". Escribió Tristeza, amor acaso. Pensó que, como al salir de la escuela, daban un paseo, estaba enamorado de ella. Mi marido ya había pedido Becerril de Campos. Se lo dieron. El drama surgió al enterarse la muchacha de que el mozo se le iba. Y, llorando, se echó en sus brazos. No, si ya les decía antes que parecía una novela de Corín Tellado. Como yo era tan poca cosa: zapato plano, cara lavada y abrigo tipo colegial, no vio peligro. Me dejó cerca. Se equivocó: mis amigas tenían novio formal las dos. Por mi puntuación, en septiembre de 1.963, abrí el Grupo Escolar Juan Mena de la Cruz. El 21 de agosto del 64 nos casamos. Marcelino estaba en Becerril. En 1965, dando el pecho a mi hijo mayor, Javier, que nació el 30 de julio, me examiné de Oposiciones a Párvulos. Saqué el número 3, Magaz de Pisuerga. Está claro que me quedé en Palencia. ¿Cómo se decía antes en las novelas radiofónicas? ¡Ah, sí! queridos radiofónicos, otro día más…
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3 comentarios en el blog:
Entrañables recuerdos, querida Carmen, del Cubillo de tu vida al que llegaste en el seiscientos de tu padre, largo el camino con el nombre de ese pueblo perdido escrito en tu mano. Llegaste a Cubillo sin maquillaje ni tacones, cuantos destinos hasta llegar a la meta: Palencia, con final en el barrio del Cristo del Otero, en el Colegio Juan Mena de la Cruz. En ese popular colegio debiera figurar: “Aquí estuvo Carmen Arroyo, la musa de Marcelino".
Esta historia de tu vida, te va llevando a los lugares donde creciste como mujer y como maestra. ¡Cuánto me alegro haber estado aquí para animarte a contarlo!
Carmen, bonita historia de tu vida. Y se nota el cariño con el que nos la cuentas y los buenos recuerdos que tienes de aquel entonces. Cómo no iba a ser así, si ahí encontraste a Marcelino, tu marido, del que te sientes muy orgullosa, como así nos lo relatas. Esperamos ya tu próximo capítulo. Saludos.
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