Palabras, ecos y silencios
Hace 25 años, a finales de la década de los noventa, José Carlos Martínez Mancebo realizó un recorrido a pie desde Velilla del Río Carrión hasta Vidrieros, visitando cada una de las localidades del Alto Carrión.
No es la primera vez que alguien, con mayor o menor mérito literario, decide recorrer los pueblos y valles del alto Carrión, con el fin de presentar a los lectores, las vicisitudes de cada pueblo, historias personales de sus habitantes y alguna anécdota curiosa. Por tanto, el autor, antes de emprender esta empresa, se ha cerciorado del camino transitado antes por otros, Andariegos, peregrinos, viajeros o jinetes, más o menos ilustres . Con esa sana intención de aprender, leyó variadas obras con las que comprendió que el caminante-viajero ha de ser sobrio, tanto en sus deseos por encontrar fantásticas novedades, como en la exposición de sus hallazgos. Los propósitos se deben dejar en casa. Es mejor aventurarse a lo que salga sin nada preconcebido. El caminante ha leído varias veces el que pudiera ser el libro del primer viajero moderno por los altos valles Palentinos: Cumbres palentinas. Impresiones, de don Juan Díaz Caneja, 15, dentro Río arriba allá por los primeros años del siglo XX, siguiendo las aguas del Carrión, al que definía como el río gruñidor que corría entre Breñales. Hizo ese recorrido, acompañado por amigos, guías locales y con la ayuda de caballería para transportar distintos enseres y hacer más llevadera la caminata. A su vez, retiene en su memoria otro libro de viajes escrito en los años 70 titulado jinetes por el Carrión. A sus autores, Manuel Couceiro, Florencio Domínguez y Jesús Herbella, una dedicatoria inicial define como tres jinetes castellanos, jóvenes, encurtidas, manos, buscando las fuentes primitivas del Carrión. Su determinación aventurera les condujo en primer lugar a la localidad salmantinas de Ciudad Rodrigo, donde adquirieron los caballos que les llevarían hasta las mismas fuentes Carrionas.
Allí, siguiendo los versos escritos por el poeta Francisco Vighi, en el romance de la vida y muerte del Carrión:
Enorme cuna, este valle
para merecer este río
tan llorón y tan pequeño
llanto de recién nacido.
Presenciaron el nacimiento del río y su discurrir por el valle de Pineda. Después, con ánimo explorador, siguieron su cauce a favor de la corriente y, al cabo de unos días, contemplaron la entrega de las aguas del Carrión al Pisuerga en Dueñas.
Nace y muere en la provincia,
no hay otro más palentino,
Recen por él un responso
los Frailes de San Isidro.
EL AUTOR
José Carlos Martínez Mancebo nació en Camporredondo de Alba y ha ejercido como profesor de Enseñanza Secundaria en Institutos de Cáceres, León y Salamanca. Entre sus publicaciones se encuentra: "Usos y Costumbres de Fuentes Carrionas. Etnografía y Antropología (Institución Tello Téllez de Meneses; Las sociedades de mozo: un estudio antropológico de la Montaña Palentino-leonesa (revista de Folklore, Valladolid, 1992); Palabras de la Sociedad. Vivencias de los pastores en la montaña palentina-leonesa (Salamanca, 2007) y La Cuna del Carrión: una aportación histórica y Costumbrista de La Lastra, Triollo y Vidrieros (Colección Historias de la Montaña Palentina, núm. 4, Aruz, 2010).
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4 comentarios en el blog:
llega hoy a Curiosón el comentario de un autor de su propio libro, lleno de recuerdos y nostalgias, y mención al mítico libro de Juan Diaz Caneja, el padre del mítico pintor Juan Manuel Diaz Caneja. Juan fue pionero con ese libro y sus incursiones por la Montaña Palentina, incluida las inmediaciones del desconocido Curavacas, y recorrió en barca su lago. Imágenes ya míticas que forman parte del archivo de la historia del montañismo en la provincia.
También interesante el encuentro con los verso de Paco Vighi, un poeta del siglo pasado que dejó mucha huella en Palencia.
El alto Carrión tiene un encanto especial, con su doble circo, sus chorreras, escaleras y praderas. Y sus pueblos de ambas vertientes, incluso los abandonados, que parece que comienzan a rebrotar, dan un carácter especial a sus gentes.
Una ruta con encanto y un libro cuya portada ya es un reclamo. Tomo nota. Un auténtico placer leerte. Un abrazo
José Carlos Martínez Mancebo demuestra tener en esta aventura los redaños suficientes para emprender viaje a cualquier meta que se proponga.
Conocer los orígenes orográficos del “río gruñidor que corría entre Breñales” es un noble propósito. Esos jóvenes espíritus, a caballo o no, buscando las fuentes primitivas del Carrión…
Es muy evocador que conocieran primero la histórica y monumental Ciudad Rodrigo, donde adquirieron los caballos “que les llevarían hasta las mismas fuentes Carrionas”.
El valle de Pineda debe constituir por sí solo una auténtica maravilla natural, esculpido entre tanta belleza.
Gracias por tanto contenido valioso como has compartido.
Saludos cordiales
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