Cómo se viaja por España, VI
Richard FordHispanista inglés
(Londres, 21 de abr de 1796/Exeter, 31 de ago de 1858)
1844 Manual para viajeros por España1846 Cosas de España
CAPÍTULO VI
Richard Ford, 1846
España, además, es un país de dehesas despobladas: en estas llanuras salvajes, los viajeros, el comercio y el dinero son escasos, y aun Madrid, la capital, carece casi en absoluto de industrias y recursos, y es más pobre que muchas de nuestras provincias. El español, criatura rutinaria y enemiga de innovaciones, no es aficionado a viajar; apegado a su terruño por naturaleza, odia el movimiento tanto como un turco, y tiene particular horror a ser apremiado; por consiguiente, una mula al paso ha sido suficiente para todas las necesidades de traslación de hombres y bienes. ¿Quién, pues, hará la obra, aun cuando Inglaterra sufrague los gastos? Los naturales unen, a la antipatía ingénita que sienten por el trabajo, el odio a ver afanarse al extranjero, aun cuando sea en servicio suyo, con el empleo de su dinero y su energía en una empresa ingrata. Los aldeanos, como siempre han hecho, se alzarán contra el extranjero hereje que viene a «chupar» la riqueza de España. Suponiendo, no obstante, que con la ayuda de Santiago y de Brunel la obra fuese posible y se llegase a realizar, qué podría hacerse para protegerla contra la fiera acción del sol y contra la violencia de la ignorancia popular. El primer cólera que visite España será señalado como pasajero del ferrocarril por los destituidos arrieros, que asumen ahora las funciones del vapor y de la vía. Ellos constituyen una de las clases más numerosas y típicas de España, y su sistema es una muestra legítima de la caravana semi-oriental. Nunca consentirán que la locomotora luterana les quite el pan: privados de medios de ganar la vida, ellos, como los contrabandistas, tomarán otro camino y se convertirán en ladrones o en patriotas. Muchas y muy largas y solitarias son las leguas que separan una ciudad de otra en estos inmensos desiertos de la despoblada España, y no sería suficiente una protección militar para amparar la vía contra la guerra de guerrillas que habría de emprenderse. Un puñado de enemigos en cualquier llanura cubierta de monte bajo podría, en un momento, interceptar la vía férrea, detener el tren, inutilizar al fogonero y quemar la máquina con su mismo fuego, particularmente si se tratara de un tren de mercancías.
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3 comentarios en el blog:
Los post sobre Richard Ford los sigo, me gusta seguirlos, es hispanista y enseña. Pero en este Post, en el que describe con crudeza a España y a los españoles, sobre todo mesetarios, se descoloca un poco y le sale, sin querer, su primera formación (la infantil. en la que más penetra el adoctrinamiento), esa formación inglesa contra España.
Así lo veo yo también. Al repasar para subirlos al blog, encuentro a veces un desprecio desbocado sobre España y, es curioso, porque él mismo ataca el desprecio de Francia e, incluso, el desconocimiento de su país sobre algunas de las riquezas que él observa y que todos parecen ignorar. En fin, es lo que opinaba en 1846, que ya ha llovido.
Un abrazo, Antonio.
La malenitencionada Leyenda Negra por parte de los ingleses contra España lleva haciendo su trabajo desde el siglo XVII hasta hoy. También inculcaron ese odio a todo lo español a las propias repúblicas hispanoamericanas, insuflándoles aires de engañosa libertad. Inglaterra siempre ha sido y será la pérfida "Albión"
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