En tu nombre, VIII
Año 1965. El 30 de julio había nacido en La Coruña el mayor de nuestros hijos. Al año siguiente, de nuevo, ya habíamos ido a pasar julio a la casa de mis padres. ¿Dónde mejor y más económico? Estábamos en la playa de Orzán, el niño jugaba a meter la pala en el agua del cubo que le habíamos llenado varias veces. Entretenido, le hacíamos fotografías, una de mis aficiones favoritas. Pero le había pasado ya la máquina a Marcelino y me apetecía tomar un baño. Miré hacia atrás y vi cómo el niño se incorporaba y daba sus primeros pasitos, vacilante, hacia mí. ¿Qué pasó por su mente en ese momento? ¿Tuvo miedo de que yo me alejara unos metros? Marcelino tampoco perdía detalle de esos primeros pasos, le tomó fotografías que llevamos a revelar ese mismo día, faltaban ya pocos para el día 30, la fecha ha quedado en el álbum con las fotos y el encanto del color sepia que tomaron con el tiempo. No tuvimos la misma suerte con los otros dos hijos. Solo recuerdo que la pequeña espabiló antes de los 11 meses y el segundo más o menos.
En 1968 mi poeta ganó el Accésit al Premio Vizcaya de Poesía. (Col. Poesía del Ateneo de Bilbao con "La Jornada". (Se lo publicaron). Con muy buenas críticas. Y en 1969 en la colección Álamo, Salamanca publicó Tiempo atesorado. La dedicatoria: Para Ignacio, hijo mío. Marcelino se reencuentra con su infancia al verla reflejada en la infancia del hijo:
Mañana, cuando crezcas,
cuando siembres de altura las palabras
y tengas casa y anochezca tarde,
¿qué vas a ser, decían,
cómo gastar la vida que te sobre?
Y nunca respondía.
La verdad me venía de más cerca:
del molino o de la plaza
donde jugaba a ser tan sólo niño.
¡Yo qué sabía del mañana!
Vuelta tras vuelta alrededor de la aventura
de ver tranquilo el aire.
Los guiños de la muerte nunca dieron
congoja a mis recreos.
Y fui más duradero que los cardos.
Crecí.
Siempre se crece cuando el tiempo
nos borra de un zarpazo la inocencia.
¿Qué vas a ser dijeron, cuando crezcas?
Y nunca respondía. (…)
De la contraportada copio: Marcelino García Velasco nacido en Palencia. Maestro nacional en ejercicio. Desde su fundación codirige la revista de poesía “Rocamador”. Obligado a presentarse a concursos por necesidades de publicación, su debilidad son los finalismos: dos veces lo fue en el premio Marina y otras dos en el Boscán, y accésit en el Vizcaya de 1968. Otro día seguiremos. Marcelino se presentaba a concursos en los que el premio fuera la publicación. No ambicionaba dinero. La satisfacción era suficiente para quien siempre fue por la vida sin más ambiciones que ser buena persona y compartir su palabra. Por esa, y otras muchas cosas, fui tan feliz a su lado.
Mi fe me hace creer que algún día nos encontraremos.
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5 comentarios en el blog:
Bonito recuerdo, Carmen, de un retazo de vuestra vida familiar: verano, vacaciones en la playa, vuestros hijos jugando en la arena, primeros pasos de uno de ellos, fotografías para la posterioridad en una escena de lo más común. Y, cómo no, el recuerdo fiel de Marcelino en su acción creadora de poemas y premios de su carrera literaria. Con toda una vida por delante todavía en aquel entonces. Saludos.
Siempre es un placer leer algún poema de Marcelino y muy afectivo el recuerdo que de él mantiene incólume Carmen.
Increíble Carmen Arroyo. Cómo cala !!!. Creo que hoy es el día que más me ha llegado, no sé si por ella o por mi estado de ánimo de hoy. Lo que sí sé es que estos Curiosones de Carmen deben ser recopilados y publicados.
Un abrazo, Froilán
La vida avanza en este recuerdo de Marcelino, de esa vida compartida en el que vuestros hijos son protagonistas, bellos recuerdos y poemas, como este que rescatas, en el que el poeta se pregunta sobre el futuro de vuestro primogénito. El futuro de Marcelino como poeta que comienza a ganar premios, aunque lo que verdaderamente quería era ver publicados sus versos. Poeta sin más ambiciones que “ser buena persona y compartir su palabra”, no me extraña, Carmen, que fueras “tan feliz a su lado”.
De acuerdo con Riaza que estos textos de Carmen Arroyo deben ser recogidos y publicados. Yo no tuve el privilegio de conocer personalmente al poeta palentino Marcelino García Velasco, amado por todos. Sin embargo, he aprendido de sus virtudes a través de sus poemas y de la pluma de Carmen, a quien tampoco conozco personalmente, pero que la espontánea comunicación que se ha dado por escrito entre ambas, desde el primer momento, me ha permitido admirarla y quererla.
A través de los poemas de Marcelino y los textos de Carmen he podido penetrar en sentimientos, vidas y ambientes de mi tierra de origen. Personas extraordinarias y sencillas, que son, sobre todo, poetas de pluma y de corazón.
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