Carta a Tania que tiene ya tres años
Pequeña y dulce Tania:
Hoy quiero escribirte, aunque lo que te voy a decir, que también es para personas mayores, los “importantes”, como decimos en el “cole”, no lo comprendas enteramente.
Verás: mi trabajo es uno de los más hermosos que los seres humanos podemos desarrollar. Consiste en dar a los niños lo mejor que hay en nosotros mismos: amor, generosidad, alegría, paz, conocimientos… También es: entrega valiente, aceptación de la individualidad, ecuanimidad para darse a todos y cada uno, -sin favoritismos- sacrificio, responsabilidad. Seguiría diciendo mucho más.
Cuando yo tenía un año más que tú, y como tú iba al “cole” –en Valladolid- vi muy claro que mi trabajo iba a ser el de maestra. La palabra era hermosa y profunda. Yo, como Gabriela Mistral, le pedí a Dios: “dame el amor único de mi escuela…que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes…”
Y este anhelo se vio cumplido plenamente.
Luego, una operación, vuelta al colegio, caída en el patio, nueva operación y una recuperación complicada, me han mantenido mucho tiempo lejos de mis “queridos amigos del “cole”. He luchado por volver, y Dios, que escribe tantas veces por esos renglones torcidos, por más que rectos, me ayudó en esta vuelta.
Pues bien, pequeña Tania, al volver he sentido mi alma renovándose en ti y en tus compañeros. He visto el inmenso amor reflejado en cada gesto, en cada mirada, en cada mano tendida. Y me he sentido emocionada al saber por tu padre, y luego por ti en el “cole”, la hermosa, la genial, diría yo, (los niños, simplemente, sois así) la idea que has tenido:
Al oír, y captar inteligentemente, el drama Ecuador-Perú, tú, pequeña Tania, sufres, y para evitar que aquello continúe, pides a mamá –qué suerte- tener una mamá amorosa- que te llevé allá y dejándote deslizar desde un árbol, tú te convertirías en un pequeño ángel que con los brazos abiertos daría la mano a unos y a otros para que se hicieran amigos.
Tania, pequeño amor, que estos hermosos deseos sigan llenando tu vida y, ojalá, tu genial –no imposible- idea fuese meditada por tantas personas que pueden hacer de este sueño una pronta y fácil realidad.
Te quiere, tu maestra.
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3 comentarios en el blog:
Una muy tierna carta, Carmen. Y que con tu experiencia con los niños como maestra de tantos de ellos, seguro que calará muy hondo en sus infantiles mentes. Y que, desde luego, continuarán teniendo sueños como los de Tania, pensando en los demás y en la forma de poder ayudarlos. Saludos.
Noble y sacrificada labor, la de los maestros, y cuántas veces, tan poco reconocida. Pero sólo basta con retroceder en el tiempo y vernos niños otra vez, para así dimensionar el abnegado trabajo de formación, que nos han brindado nuestros educadores. Hay una décima que circula en Facebook, que ilustra bien el rol del maestro.
Brindo dijo un profesor
por la pizarra y la tiza
y por mi sueldo de risa
siendo yo un educador
mis momentos de rigor
o dramáticos apuros
los sano con lo más puro
que es la risa de la infancia
pues yo tengo la ganancia
de estar sembrando el futuro".
Carmen Arroyo, como siempre, muy tierna, con mucha sensibilidad, y enseñando que los momentos difíciles pueden corresponder a renglones torcidos de Dios que al final te quiere dar algo bueno.
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