Aquellas otras Navidades

Aquellas Navidades en el pueblo cuando chavales, gozaban para nosotros de un gran encanto rayano casi en la magia; donde la nieve casi permanente, los días de vacaciones, el montaje del Nacimiento en la iglesia y en las respectivas casas, los Reyes Magos, los villancicos…; los días de fiesta, en definitiva, que se vivían por todo el pueblo, eran la noticia casi diaria de aquellos días. Y nosotros tan felices en medio de aquel ambiente de fiesta, sin tener que ir a la escuela y poder disponer de todo el día, en la práctica, para nuestras correrías por el pueblo de acá para allá en plena libertad. Y como, además, contábamos con la nieve como nuestra invitada especial, teníamos otro elemento más a nuestra disposición para nuestra diversión; donde la construcción de un gran muñeco de nieve en las eras y la entretenida guerra de bolas de nieve andaban siempre a la orden del día.



Todo a nuestro alrededor sonaba a Navidad, aunque todavía no se hubiese inventado el decorar las calles y las casas con cientos de luces de múltiples colores; ni por supuesto el árbol de Navidad como elemento decorativo de los hogares. Tan sólo se estilaba el Nacimiento en la intimidad de las casas; así como el que se colocaba en la iglesia, en el que nosotros, los chavales, teníamos también nuestra participación, que consistía en buscar en el campo el musgo más vistoso para que luciese mejor el Nacimiento. Del que también nos preocupábamos de que los tres Reyes Magos a bordo de sus camellos estuviesen colocados en todo momento en el camino hacia el Portal.

En el contexto de los actos de Navidad, aparte de las reuniones familiares en torno al día de Nochebuena y al día de Nochevieja, nos gustaba especialmente el ambiente de la Misa del Gallo, las solemnes misas del día de Navidad y de Año Nuevo y, sobre todo, la del día de Reyes; en cuya víspera, la noche se nos había hecho especialmente larga esperando a sus Majestades y los juguetes y demás regalos que podían habernos dejado sobre unos zapatos particularmente limpios y brillantes para la ocasión.

Y como lo bueno, sabíamos que se acaba siempre más bien pronto, los días de las vacaciones de Navidad de aquel año estaban a punto de finalizar y era preciso que en aquel poco tiempo que aún nos quedaba, nos empleásemos a fondo en los últimos juegos, tanto en la calle con los amigos, como en nuestras propias casas con los juguetes de los Reyes de aquel año.

Porque, al día siguiente, el regreso a la escuela marcaría indefectiblemente el final de aquellas vacaciones de Navidad tan especiales. Pasaron los años, uno a uno desde aquel entonces, muchos ya en realidad; y desde la actualidad de nuestro hoy cercano, vaya el deseo de una muy


¡FELIZ NAVIDAD! para todos los lectores de Curiosón.


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5 comentarios en el blog:

Antonio Riaza (wassap) dijo...

Buenos días Froilán
Hoy el texto de Javier parece como si fuera el de cada uno de nosotros. Pero con él la nostalgia queda encubierta por aquella alegría.
Me encanta la fotografía de Aínsa. !!!!

FGC dijo...

Entonces eran unas navidades sin luces en las calles ni tanta parafernalia como hay hoy en día, porque era la auténtica navidad, se celebraba lo que se tenía que celebrar, que era el Nacimiento de Jesús Salvador, eran navidades intimistas, para reflexionar, y eran navidades blancas, prácticamente nevaba cada año, casi cada día. Hoy día todo ha cambiado, antes eran más bonitas y con más sentido religioso que ahora. Actualmente solo son unas vacaciones más, llenas de luces y tal, pero el sentido original religioso y entrañable se ha perdido.

Alfonso Santamaría dijo...

"Aquellas otras Navidades" me traslada a aquellos años de ilusión, de juegos y de celebraciones de esa Navidad auténtica, no consumista y derrochona como es ahora, en la que el “espíritu navideño y religioso” se ha perdido. No había iluminación navideña nada más que en la iglesia y en el pequeño Nacimiento que se montaba. La familia se reunía y no había móviles, se sentía el cariño de los padres y hermanos. Recuerdo que mi madre el día de Noche Buena, antes de empezar a cenar decía: “Salud para llegar a otro año”. Esperar a los Reyes se hacía largo, a pesar de que eran muy pocos los juguetes que nos hacían tanta ilusión, “Y a ti que te han traído”, preguntabas, o te preguntaban, mientras que ahora no dan abasto los chigüitos en deshacer paquetes. Todo ha cambiado, y hasta algunas familias cenan y comen en Navidad fuera de casa. Nos queda la nostalgia de cuando éramos niños, esa Navidad que de manera tan amena nos cuentas, Javier.

José Ignacio (wassap) dijo...

Que tiempos había quien teníamos los padres en el extranjero y solían venir por estos días era el colmo de la felicidad.

J. Javier Terán dijo...

¡Qué bonitas aquellas navidades del ayer!, como reconocéis todos vosotros, Antonio, FGC, Alfonso y José Ignacio, en los comentarios que hacéis a mi relato con este tema de “Aquellas otras Navidades”. Muchas gracias por ellos. Y claro, todo esto visto y sentido desde el prisma de la chavalería de aquel entonces; que eran, a la postre, quienes más gozaban de los días de Navidad. Era lo mismo en los diferentes lugares; días de reencuentro y muy familiares. Y ya, si además, se producía el hecho que nos cuenta José Ignacio, la felicidad alcazaba ya muchos quilates más. Saludos.

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